Culebreo, me estiro, me desperezo.
Reintegrarse. Volver. Reconocerse.
Este soy yo, estas son mis manos,
esa tos viene de la habitación de al lado;
respondo con una tos seca como un disparo.
Ese chasquido es del viejo ascensor
con su jaula finisecular. Me gusta.
Me remuevo para mejor sentirme.
Aun no encuentro la clavija de la luz,
este colchón aun no tiene mi huella,
pero mis sábanas ya tienen tu olor.
Rie en rojo tu cepillo de dientes
Y se que oyes mi música. Sonrío.
Que bien te imagino, que clara...
Dejo de leer, dejo de martirizar
las páginas flageladas de curiosidad,
apuñaladas por el bolígrafo rojo
con que quisiera clavarlas en mi memoria.
Mis libros heridos se apilan sobre el radiador.
Y yo me estiro, me extiendo, bostezo.
Estoy cansado. Nada nuevo.
Oh Inercia, Oh Adrenalina, Oh Cafeína.
Santísima trinidad de que mi cuerpo
es ya viejo templo. Ya lo sabes.
Hoy he sentido mi cuerpo cómodo
en la forma de sus viejos gestos,
como un alumno avanzado
que repite una forma básica
por milesima vez y no basta.
Esta mañana, una lagartija en la carretera
Perpleja entre el sol y la lluvia
No se apartó de mi paso
Y yo por un momento
Húmedo de sudor y lluvia
Me sentí hermanado con ella.
1 comentario:
Y pronto, ese remanso de paz hallado, será nuestra guarida... "La Guarida".
Y no habrá brujas malvadas, ni gnomos torpes y faltos de inteligencia. Sólo tú y yo y nuestro "Universo". La tímida luz traspasando la ventana...
"Bienvenidos" en grande al pie de la puerta.
Publicar un comentario