lunes, 18 de junio de 2007

Pequeño encuentro.


Culebreo, me estiro, me desperezo.

Reintegrarse. Volver. Reconocerse.

Este soy yo, estas son mis manos,

esa tos viene de la habitación de al lado;

respondo con una tos seca como un disparo.

Ese chasquido es del viejo ascensor

con su jaula finisecular. Me gusta.

Me remuevo para mejor sentirme.

Aun no encuentro la clavija de la luz,

este colchón aun no tiene mi huella,

pero mis sábanas ya tienen tu olor.

Rie en rojo tu cepillo de dientes

Y se que oyes mi música. Sonrío.

Que bien te imagino, que clara...

Dejo de leer, dejo de martirizar

las páginas flageladas de curiosidad,

apuñaladas por el bolígrafo rojo

con que quisiera clavarlas en mi memoria.

Mis libros heridos se apilan sobre el radiador.

Y yo me estiro, me extiendo, bostezo.

Estoy cansado. Nada nuevo.

Oh Inercia, Oh Adrenalina, Oh Cafeína.

Santísima trinidad de que mi cuerpo

es ya viejo templo. Ya lo sabes.

Hoy he sentido mi cuerpo cómodo

en la forma de sus viejos gestos,

como un alumno avanzado

que repite una forma básica

por milesima vez y no basta.

Esta mañana, una lagartija en la carretera

Perpleja entre el sol y la lluvia

No se apartó de mi paso

Y yo por un momento

Húmedo de sudor y lluvia

Me sentí hermanado con ella.

1 comentario:

Kat Dagover dijo...

Y pronto, ese remanso de paz hallado, será nuestra guarida... "La Guarida".
Y no habrá brujas malvadas, ni gnomos torpes y faltos de inteligencia. Sólo tú y yo y nuestro "Universo". La tímida luz traspasando la ventana...
"Bienvenidos" en grande al pie de la puerta.