El pasado reciente entre cartones
Promiscuidad de los objetos.
Cajas. Los libros en cajas. La ropa en cajas.
Pratchett con Ciorán, camisetas y abrigos juntos
Sin tiempo de establecer afinidades
Totum revolutum. Yo también.
“Otra vez a los caminos”
Que si, que lo sé...
Tengo suerte en el fondo
Y todo es para bien.
Que voy a la tierra prometida,
Y que es cuestión de unas semanas
Pero duelen estos ataúdes efímeros
Este no tener tiempo para nada.
Este decirle a algunas cosas:
“No puedes venir conmigo”
Ese decirse a uno mismo:
“Hoy no puedes estar con ella”
Y asquea, sobre todo la excusa,
y guardarse las ganas de gritar
ante la desfachatez y el abuso,
la amargura que contagian los Amargados,
llegar empapado a casa
(Oh, perdón “su casa”, aunque yo la pague)
y no saber donde sentarse.
Oír bajo cada frase:
“Dame dinero, cada vez mas dinero
y yo te diré cómo tienes que vivir,
con quien dormirás y cuando.
Beberás las heces de mis miserias.
Tendrás madre y hermanos sin amor
Pero no echarás de menos el control
Los cotilleos, ni las intromisiones.
Dame dinero y se un perro agradecido.
O dame dinero y vete. Una semana.”
¿Sirve de algo la Ley
cuando no te dejan dormir?
¿Puede alguien ser amable cuando no duerme?
“Macbeth no dormirá nunca mas...”
Un Macbeth con las dagas oxidadas
Perdidas en algún embalaje.
Así que hoy soy una sombra entre cajas.
Una sombra negra proyectada en cartones.
Un amante desterrado del cuerpo de su amada.
Un pobre diablo enjaulado en cifras, calendarios,
Componendas, fianzas, papeleos y cauciones...
Una rabia enquistada, profunda, calmada
Una rabia que lo empapa y lo impregna todo.
Una rabia que arde sorda como el núcleo
De un planeta escapado fuera de su órbita
Y que sabe que cielos quisiera arrasar.
Pero no puede.
De momento.