sábado, 14 de abril de 2007

El infierno es la memoria



Antes del principio del mundo, los Ángeles no tenían memoria.
¿Para que?.
Vivian en el absoluto presente de la Gracia divina. Una música sin principio ni fin. Una sola nota sublime sostenida llenaba la ausencia de espacio.
Con el primer acontecimiento , la Gran rebelión, tuvo Dios que crear el espacio: Abrió el gran abismo. Tuvo Dios que crear el tiempo: sentenció "Para siempre".

Pero no le pareció castigo suficiente.

El airado hacedor concentró un instante su suprema inteligencia. Un destello de la mas pura cólera llenó el infinito...
(Solo la creación de la muerte iluminó la nada con mas fuerza)
Concibió Dios la Memoria.
La contempló.
Y supo que era Terrible.

Los Ángeles rebeldes debían recordar su pasada gloria, su antigua belleza, el sabor incomparable de la dicha suprema.

La memoria emanó de si su propio cortejo: llegó reptando la Comparación, madre de toda envidia.
Flotando invisible, comenzó a esparcir su desmoralizador perfume la Nostalgia...

La memoria copió el rostro de Luzbel, antes de que fuese desfigurado por el rayo, el rostro mas hermoso que pudo concebir Dios, se lo apropió y con su boca dijo palabras de sonido angélico y significado demoníaco:

"Dejame, OH Suprema fuente de todas las cosas, Rosa mística que hace un mundo de su perfume... Dejame mejorar tu venganza. Permite que tu sierva complete tu obra."

Las palabras de la Memoria tenían el eco de las más logradas alabanzas celestiales. Eran la esencia de la oración, de la adulación. Si Dios no hubiera sido el viejo Dios, el antiguo artífice, le habrían subyugado.

-"Veo que no solo serás un instrumento de la ira divina, Memoria... presiento que serás madre de todas las artes..."

(Hubiera sonreído la memoria, si la sonrisa hubiese preexistido a los humanos.)
-"Así será, pues los presentimientos de un Dios se llaman Destino. Pero te pido mucho menos. Solo quiero que ese poder que me das sobre el pasado, ese mismo poder me lo des sobre el futuro."

Un instante, un momento, tal vez un billón de años meditó Dios la petición de Memoria.
-"Eso que me pides es terrible".

-"Pero digno de tu Justicia"

- "¿No es mejor la bondad que la justicia?" , Murmuró Dios.

-"Tuya es la potestad de hacer las reglas de todos los juegos."


Y tuvo Dios ese instante de orgullo que fue el verdadero artífice del infierno.
Asintió a la petición de Memoria.

Surgió, por entre los torbellinos de la inexistencia, por entre el polvo cósmico, por entre la negrura incomparable, el engañoso rostro de la gemela de la memoria. (Solo la creación de la muerte tuvo un eco mayor entre los sueños de las tinieblas)

Si alguna vez el anciano creador estuvo cerca de sentir miedo, fue en esta ocasión. Vio de repente, entre la resaca del orgullo, las consecuencias de su aquiescencia. Y dijo Dios:

"Ahora veo, bajo tu rostro, tu verdadero corazón. Eres la más perfecta factoría del dolor. ¿Como habremos de llamarte?"

"Llamadme Esperanza..."

Y desde entonces, en la torre mas alta de la ciudad infernal, dominando todos los círculos de las murallas del Hades, habitan, dominando la ciencia del sufrimiento, sus verdaderas soberanas:
La atormentadora Memoria.
La Insidiosa Esperanza.

No hay comentarios: